
Desde el movimiento de hombres por la igualdad dedicamos todos los años la celebración del 19 de marzo, Día del padre – igualitario, a reivindicar el cambio del modelo tradicional de padre proveedor, autoritario y ausente de la crianza al del padre cuidador, afectivo y corresponsable. Un padre que se compromete, escucha, acompaña, cuida, disfruta de la crianza, se ocupa de las tareas domésticas y renuncia a los privilegios que le concede el patriarcado.
En esta celebración hacemos generalmente denuncia, en sintonía con el movimiento feminista, de los obstáculos que todavía dificultan ese cambio pleno al que aspiramos. Pero este año, debido a las excepcionales medidas individuales y sociales de protección contra la pandemia del coronavirus, queremos aludir especialmente a las tareas de cuidados que se hacen ahora más imprescindibles que nunca.
Esta crisis de emergencia social, como también las crisis personales, nos pone ante el cuestionamiento de actitudes, valores, roles y comportamientos asociados a la masculinidad tradicional patriarcal. Lo social, lo global, el afuera, el poder, el esparcimiento, el distanciamiento emocional, la competición, el riesgo y tantos y tantos atributos “masculinos” resultan ahora inútiles e incluso disfuncionales para afrontar la bofetada que la naturaleza nos acaba de dar.
Es el momento de asumir más tareas de cuidados que nunca, de repartir equitativamente las tareas domésticas, de poner la atención en lo pequeño y lo cotidiano, de escuchar las necesidades de las personas con las que estamos compartiendo estos días de confinamiento, de atender tanto a las necesidades propias como a las ajenas, de pensar en el bien común, de detenernos y disfrutar de los detalles, de preocuparnos por nuestra familia y amistades, de evitar riesgos siendo prudentes, de aceptar nuestra vulnerabilidad, de imaginar, de amar, en definitiva de afrontar esa revolución interior que todavía todos los hombres tenemos pendiente.