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Pje. Tomás Escalonilla, 7, 29010 MÁLAGA

Grupos de hombres

¿Qué son los grupos de hombres?

El movimiento de hombres por la igualdad nació a principios de los setenta en los países nórdicos al amparo o impulsado por las fuerzas que se generaron a raíz del resurgimiento del movimiento feminista, en plena segunda oleada del mismo.

Tradicionalmente, el movimiento de hombres por la igualdad se ha articulado a través de los grupos de hombres. Ya sea porque descubrimos todo el nuevo mundo que significa aplicar la cuestión de género a nuestras vidas, ya sea porque necesitamos hablar de algo que nos pasa y que no sabemos muy bien qué es, lo cierto es que, habitualmente, hemos tendido a crear un espacio común con otros hombres con los que poder intercambiar nuestros pensamientos y sentimientos.

En AHIGE, invitamos a los hombres a integrarse en un grupo de reflexión. No queremos reproducir el estereotipo de “militantes” que quieran cambiar al mundo sin haberse parado antes a cambiarse ellos mismos.

Los grupos de hombres son el más formidable –e imprescindible- instrumento de cambio que tenemos. Permiten crear un espacio de comunicación, en el que se crea una especial complicidad y en el que se facilita el cambio necesario en sus participantes. En los grupos de hombres, muchos de nosotros encontramos los referentes necesarios de los que carecemos en el exterior.

Esto en sí mismo es ya algo muy novedoso. Los hombres tenemos muchas relaciones sociales, pero muy pocas de ellas con la suficiente cercanía y complicidad como para poder intercambiar nuestras inquietudes personales. O, al menos, muy pocas de ellas se dan con otros hombres, sí más con mujeres. Esto tampoco es casualidad. Es producto de nuestra educación, de la competitividad con que solemos relacionarnos, del miedo a la cercanía, de nuestra incapacidad para mostrar la debilidad –y menos a nuestros potenciales competidores-, de nuestra falta de habilidades relacionales cuando se trata de hablar de cosas íntimas…

Dar el paso de empezar a reunirse con otros hombres es, en sí mismo, un hecho notablemente innovador que rompe con la tradición masculina, que hace que tengamos una visión claramente individualista de nuestro devenir vital; bajo la que se supone que nosotros debemos ser capaces de resolver nuestros problemas por nosotros mismos.

¿Cómo empezar?

A menudo nos encontramos con hombres con muy buenas intenciones de empezar un grupo pero que, tras varios intentos, están totalmente desanimados. El comienzo no es fácil. Hay que tener en cuenta que las características y circunstancias anteriormente descritas configuran una situación que rompe, totalmente, con los esquemas relacionales a los que estamos acostumbrados los hombres. Incluso llenos de buena voluntad, no es difícil pues, que una vez reunidos por primera vez, los miembros de un grupo se miren unos a otros y, sencillamente, no sepan cómo empezar.

Ante esto no hay recetas mágicas. Desde luego, una buena fórmula podría ser –que no la única- utilizar algunos textos ya escritos sobre el tema, bien cortos como artículos, bien algún libro, que también existe.

En cualquier caso, sí es importante situarse en la adecuada perspectiva. Un grupo de hombres no es un lugar para la reflexión intelectual y/o teórica. Y no es que no pueda hacerse este ejercicio mental pero, desde luego, nunca puede ser lo fundamental de un grupo.

Más bien debemos mirar hacia lo personal. Cada uno de los miembros del grupo debe mirar hacia dentro, hacia sí mismo, hacia su propia historia y, sobre todo, hacia su mundo emocional-afectivo. También hacia su vida personal y familiar, pues ahí encontrará el espejo perfecto que le devolverá la verdad sobre sus actitudes y valores.

Pero no es fácil. Los hombres no solemos tener trayectoria ni experiencias previas en mirarnos hacia nosotros mismos y hablar desde lo personal. Y esto se hace aún más difícil si, además, hemos de incluir la perspectiva de género, ya que habitualmente hemos considerado que esta cuestión sólo afectaba a las mujeres y, por tanto, no la tenemos incorporada a la visión de nuestra propia vida.

Una vez superado el primer escollo de la vergüenza a mostrarnos ante los demás, todo resulta mucho más fácil. A partir de este momento, cientos de temas se abren ante nosotros; el poder, la sexualidad, la relación con nuestra pareja, con nuestros hijos e hijas, con nuestro padre y madre, con el trabajo, con las mujeres, nuestro mundo afectivo y emocional…

¿Para qué sirven?

El grupo nos ayuda en muchos sentidos: Nos apoya en nuestros momentos de crisis y dudas, nos gratifica en nuestros avances y nos refuerza en nuestros posicionamientos.

Un grupo de hombres se convierte en un motor de cambio que catapulta a sus miembros a nuevos escenarios de búsqueda, de libertad y de desarrollo personal. Una especial característica que diferencia el espacio de intercomunicación que se crea en un grupo de hombres, es la aceptación y el apoyo mutuos.

Los hombres estamos acostumbrados a ocultarnos mutuamente las debilidades. Es más, cuando a alguno se nos escapan, los otros aprovechamos para hacérselo notar de mil maneras posibles, que van desde la crueldad directa, hasta la broma graciosamente hiriente. En definitiva, cualquier herramienta es buena para airear la debilidad ajena, creando situaciones en las que nuestra propiedad inseguridad queda tapada por la de los otros.

Esto no es así en los grupos de hombres. Entre nosotros, no hay bromas sobre nuestros errores, inseguridades o vulnerabilidades. Todo al contrario, cuando salen estas cuestiones –lo cual es bastante habitual- los otros hombres del grupo empatizamos con el que habla y aprovechamos para mirarnos a nosotros mismos a través del espejo que el compañero nos está facilitando.

En los grupos de hombres, intentamos romper con el modelo tradicional masculino de fuerza, poder y rivalidad y restituirlo por otro de respeto, cercanía y solidaridad entre nosotros.

Otra característica de los grupos de hombres es el auto-cuestionamiento del papel que hemos desempeñado y seguimos haciéndolo como productos –muy bien elaborados- de una sociedad milenariamente machista.

La siguiente característica a destacar es la confidencialidad. Necesariamente, el proceso personal-colectivo del que estamos hablando, exige la puesta en común de hechos y datos que pertenecen al mundo más personal e íntimo de sus miembros. En las reuniones de los grupos de hombres, sobre todo superada la fase inicial de toma de confianza, salen a la luz cuestiones que exigen de la tranquilidad del que habla, sobre la confidencialidad de lo tratado.

Es un pacto necesario que los miembros del grupo, es conveniente que dejen claro, desde el primer momento. Lo que se hable en el grupo allí quedará. En todo aquello que estemos tocando la intimidad de alguno de sus miembros, es necesario ser escrupulosamente respetuosos.

Y es que, no hay complicidad sin confianza. Y ésta última situación, si no característica, sí que es, al menos, una clara consecuencia de los procesos que se viven a lo largo de años, en los grupos. Es habitual que se advierta una especial complicidad entre los miembros de un mismo grupo de hombres que, a menudo, sin ser amigos en el sentido estricto de la palabra, han compartido y comparten muchas cosas que significan el establecimiento de unos lazos muy profundos.

Apúntate a un grupo

Queremos cambiar el modelo tradicional de masculinidad que (todos) hemos aprendido desde pequeños. Muchas de nuestras conductas y pensamientos, vienen determinados por esto.

Y queremos construir uno distinto, propio, que3 no esté basado en la obligada fortaleza de lo masculino, en la agresividad, en la competitividad, en la búsqueda desmesurada del éxito social, en la renuncia a los sentimientos. Queremos un modelo de masculinidad basado en la igualdad, la justicia, el respeto y la solidaridad.

Y además, hemos aprendido que no podemos hablar de masculinidad, de hombres, sin hablar también de mujeres y, sobre todo, de la discriminación que sufren.

De aquí surgen los dos objetivos básicos, que definen nuestra Asociación:

  • Promover una sociedad en la que consigamos una igualdad real entre hombres y mujeres, luchando activamente contra toda clase de discriminación.
  •  Fomentar el cambio en los hombres hacia posiciones favorables a la igualdad, apoyándolos en ese proceso. Esto nos beneficiará a todos y a todas.

 

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