
Este número es realmente especial. Especial porque es diferente al resto de números, y especial porque es un tributo, un recordatorio, una alabanza póstuma a la figura de Julián Fdez. de Quero.
Julián fue padre de esta revista, de la Sociedad Sexológica de Madrid que la creó y de la Fundación Sexpol de la que recoge el nombre. En ella ha sido editor, colaborador, escritor, compilador e incluso comercial y reparador, que nunca se le cayeron los anillos.
Julián falleció el pasado 30 de marzo. Fue una de las más de veinte mil esquelas que este maldito Covid-19 ha dejado en nuestro territorio. Al final, incluso en su despedida, parece haber querido pasar desapercibido, no llamar la atención, ser uno más; algo injusto para aquellas que le conocíamos y que hubiéramos deseado rendirle honores en vida, o más bien agradecerle su paso por nuestras vidas. Ahora ya sólo queda el reconocimiento a su memoria, a sus obras y su legado en esta tierra.
De estos legados surge este número. Una estrecha colaboración entre las dos entidades más significativas de su vida; la primera dedicada a la Sexualidad, la segunda a la Igualdad. En ambos campos destacó, personal y profesionalmente. Siempre concibió ambos campos unidos, fusionados e interdependientes, una sexualidad marcada por la desigualdad, y unos roles de género que pretendía abolir para liberar a todas las personas, pues a todas les aprietan. Dedicó la mayor parte de su vida a la Sexualidad, en torno a la SSM y la Fundación Sexpol, pero como buen activista no pudo parar y acomodarse a una jubilación contemplativa; se volcó en AHIGE como plataforma de cambio social. Hasta sus últimos días estuvo colaborando y peleando en AHIGE, ya como presidente, y otras asociaciones locales de su tierra natal, Campos de Criptana, donde cerró su propio ciclo.
Hemos querido reunir parte de su conocimiento, plasmado en algunos artículos sobre el amor, la masculinidad, los cuidados, el poder… Pero sabemos que su mayor aportación, lo que en realidad le otorgó el título de Maestro (con Mayúsculas, que bien se lo ganó), era su actitud, su personalidad; siempre paciente, tranquilo, optimista, luchador, cariñoso y activista. Por eso también hemos querido recoger las memorias de aquellos que más le conocieron, palabras con las que poder despedirnos y despedir la tristeza con una sonrisa, como a él le hubiera gustado. Hay que decir que, seguramente, no estén todas las que son, pero que seguro son todas las que están.
En nombre de todas, las que te conocieron y también las que no tuvieron esa suerte, Gracias Maestro. Que la tierra te sea leve, compañero.
Roberto Sanz – Fundación Sexpol
Revista Hombres Igualitarios. Nº5 – 2020