Parece claro que la sexualidad es un terreno de las relaciones humanas donde no siempre nos tratamos bien. Parece que las chicas vinculamos más sexualidad y afectividad, aunque ahora también nos gustan más los rollitos. Parece que los chicos no necesitamos tanto estar enamorados. La sexualidad es una parte importante en las relaciones de pareja, y no sólo de las parejas. En demasiadas ocasiones no se vive en igualdad, ni con el respeto o libertad deseables. Tenemos dificultades para decidir cómo y cuándo, para expresar las necesidades y deseos, para decir no a algo que no queremos hacer… Hoy todavía es un terreno de discriminación para muchas chicas (cuando no de abusos, violación, obligación de virginidad, insatisfacción, consideración de guarrilla o si no de estrecha…).
La sexualidad no sólo tiene que ver con el cuerpo. También con las palabras con las que definimos las diferentes prácticas y actos sexuales. Con las imágenes que nos hacemos y que la sociedad va recreando sobre la sexualidad, con las fantasías más íntimas, con los distintos roles que se nos asignan a chicas y chicos, con el placer ligado siempre al coito, con el olvido u ocultamiento de la homosexualidad, del lesbianismo, de las personas transexuales.
¿Qué dice el “manual” de la sexualidad al uso? Que es una práctica vinculada al amor y a la pareja, fundamentalmente genital, coital y heterosexual, donde cada cual tiene su papel y los objetivos a conseguir son: penetración y orgasmo. Y esto no es casual, viene de una larga tradición cultural que considera que la sexualidad y el placer son pecado si no obedecen a un objetivo: la procreación.
Nuestra sociedad aprende y vive la sexualidad cargada de ignorancia, prejuicios, mitos y culpa. Políticos, empresarios, profesionales de la salud y de la educación, así como cualquiera de nosotros es socializado con algún contenido negativo. Tanto así, que las respuestas educativas (públicas y privadas) frente a la sexualidad adolescente, corren el riesgo de estar determinadas por una visión conflictiva de la sexualidad.
Debemos romper con la característica de “anormalidad” que se asocia a la sexualidad adolescente, descubriendo sus aspectos positivos que la vinculan al desarrollo personal y a la calidad de vida de las personas.
La sexualidad debe ser integrada como un aspecto más de nuestro ser, y debemos informarnos para su mejor desarrollo, manejo y ejercicio. Crear y participar en un contexto de salud sexual que nos permita ejercer nuestra sexualidad desde el auto-cuidado, el respeto y la responsabilidad.
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