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Pje. Tomás Escalonilla, 7, 29010 MÁLAGA

Sexualidad

Parece claro que la sexualidad es un terreno de las relaciones humanas donde no siempre nos tratamos bien. Parece que las chicas vinculamos más sexualidad y afectividad, aunque ahora también nos gustan más los rollitos. Parece que los chicos no necesitamos tanto estar enamorados. La sexualidad es una parte importante en las relaciones de pareja, y no sólo de las parejas. En demasiadas ocasiones no se vive en igualdad, ni con el respeto o libertad deseables. Tenemos dificultades para decidir cómo y cuándo, para expresar las necesidades y deseos, para decir no a algo que no queremos hacer… Hoy todavía es un terreno de discriminación para muchas chicas (cuando no de abusos, violación, obligación de virginidad, insatisfacción, consideración de guarrilla o si no de estrecha…).

La sexualidad no sólo tiene que ver con el cuerpo. También con las palabras con las que definimos las diferentes prácticas y actos sexuales. Con las imágenes que nos hacemos y que la sociedad va recreando sobre la sexualidad, con las fantasías más íntimas, con los distintos roles que se nos asignan a chicas y chicos, con el placer ligado siempre al coito, con el olvido u ocultamiento de la homosexualidad, del lesbianismo, de las personas transexuales.

¿Qué dice el “manual” de la sexualidad al uso? Que es una práctica vinculada al amor y a la pareja, fundamentalmente genital, coital y heterosexual, donde cada cual tiene su papel y los objetivos a conseguir son: penetración y orgasmo. Y esto no es casual, viene de una larga tradición cultural que considera que la sexualidad y el placer son pecado si no obedecen a un objetivo: la procreación.

Nuestra sociedad aprende y vive la sexualidad cargada de ignorancia, prejuicios, mitos y culpa. Políticos, empresarios, profesionales de la salud y de la educación, así como cualquiera de nosotros es socializado con algún contenido negativo. Tanto así, que las respuestas educativas (públicas y privadas) frente a la sexualidad adolescente, corren el riesgo de estar determinadas por una visión conflictiva de la sexualidad.

Debemos romper con la característica de “anormalidad” que se asocia a la sexualidad adolescente, descubriendo sus aspectos positivos que la vinculan al desarrollo personal y a la calidad de vida de las personas.

La sexualidad debe ser integrada como un aspecto más de nuestro ser, y debemos informarnos para su mejor desarrollo, manejo y ejercicio. Crear y participar en un contexto de salud sexual que nos permita ejercer nuestra sexualidad desde el auto-cuidado, el respeto y la responsabilidad.

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