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Hace ya muchos años que los estados modernos consideraron la necesidad de que hombres y mujeres se educaran juntos en la escuela, que compartieran pupitre codo con codo en las mismas aulas pues ello era signo del desarrollo sociopolítico de un país. Pasábamos así de la escuela histórica segregadora de sexos, que consideraba que mujeres y hombres tenemos diferentes intereses, distintos roles a desempeñar en la sociedad y por lo tanto era perjudicial que ambos sexos compartieran espacios desde la infancia, a una escuela mixta integradora, donde no se le niega la entrada a nadie por razón de sexo, donde chicos y chicas se educan y se instruyen en los mismos saberes.
Esto es un gran avance, pero ¿significa que la igualdad de género, como principio democrático irrenunciable, está instalada en la escuela mixta como parte del currículo?
Creemos que queda mucho camino por recorrer para ello. La escuela mixta carece de currículo y programación sistemática que desarrolle el principio de la igualdad entre mujeres y hombres. La enseñanza de la igualdad sería el pilar en el que se asentaran los derechos humanos como forma de convivencia entre sexos y donde se rechazaran el abuso y la violencia como formas de relación. La escuela coeducativa sería garantía de respeto, de solidaridad, de reconocimiento mutuo de los saberes y haceres históricos de mujeres y hombres.
La escuela segregadora es un paso de gigante hacia ideologías pasadas, donde los prejuicios y estereotipos entre sexos que viven uno a espaldas del otro son el pan de cada dia. Este tipo de escuela segregadora confunde instrucción con educación, pues evita lo que ésta tiene de socialización y convivencia. ¿Cómo vamos a entendernos, a reconocernos, mujeres y hombres, si ni siquiera nos educamos juntos?
Así pues, decimos no a la escuela segregadora por ser también el intento de ciertas élites económico-religiosas de mantener sus privilegios, de educar a sus hijos e hijas en sus principios ideológicos insolidarios y clasistas, alejados de la justicia, la democracia y los derechos humanos.
Decimos sí a una escuela coeducativa, que tenga como objetivo superar la misoginia, el sexismo, los mandatos de género, tan nocivos para ambos sexos y que trate de construir un horizonte de vida común no enfrentada, en el que hombres y mujeres naveguemos hacia una sociedad más justa, solidaria y amorosa, compartiendo igualdad y relaciones horizontales, remando contra las olas del patriarcado.
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